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sábado, 12 de septiembre de 2009

Ponga a su gente a hacer algo, evite la ociosidad


El ocio es la madre de todos los vicios, esta era una frase que la escuche una y mil veces a mi maestra de primer grado y no se equivocaba, sobre todo porque encierra una gran verdad. Cuando se trata de los miembros de la iglesia, esta frase se aplica a las mil maravillas. En el oriente, los pastores que cuentan con grandes rebaños, saben lo importante que es, mantener a su rebaño pastando siempre. Una oveja que no tenga pasto para comer o rumiar, se vuelve ociosa y se sale del camino, abandonando el rebaño. Las ovejas necesitan estar ocupadas, si el pasto se acaba en determinado lugar hay que moverla a otro sitio para que coman y estén entretenidas, porque si no se hace puede ser muy peligroso para ellas.

Las ovejas ociosas y pueden hacer cualquier cosa perjudicial para su vida y en contra del pastor. Pueden dispersarse, tragase algo no digerible, perder en los acantilados, ser presa de depredadores, en fin una oveja sola desamparada y ociosa puede perder su propia vida. Por ello la importancia de que cada oveja tenga un pastor, las ovejas no se pueden cuidar solas, necesitan atención, vigilancia y cuidado. Los pastores no necesitan a las ovejas, son las ovejas las que necesitan un pastor. En nuestras iglesias hay personas que sin lugar a dudas se parecen mucho a las ovejas y ¿quien no?, hay hermanos quienes están ociosos siempre, solo vasta con darles una mirada y percatarse de ellos. Cuando una persona están desocupado buscara algo que hacer y si no lo encuentra estará molesta y cuando esta molesta aunque no lo diga criticara, el ocioso, el que no hace nada mirara, y mirara mas de la cuenta. No hay que desvirtuar que el pecado más terrible del rey David fue en sus momentos de ocio. La biblia dice, que en el tiempo que salen todos los reyes a la guerra, el se quedo en el palacio y por quedarse peco con Betsabé.
En la iglesia hay mucho trabajo que hacer, reitero, mucho trabajo, pero para muchos es mas fácil criticar que hacer, además de todo esto, hay veces que los pastores mismos, no saben como delegar funciones y en el peor de los casos, muchos no dejar que sus miembros hagan la labor o tomen la iniciativa, porque ellos lo quieren hacer todo. A este tipo de pastores se les llama “pastores orquestas”, quieren tocar la campana y predicar en la iglesia. no permiten que sus miembros o feligreses tengan iniciativa propia, y si las tienen, no les dan la oportunidad para que ejecuten, por miedo a que se equivoquen o hagan las cosas mal.
Para un pastor orquesta solo cuando el hace las cosas estas salen bien. Un pastor que tenga este tipo de comportamiento no solo se hace daño a si mismo sino a su congregación, no nos hemos preguntado ¿porque la gente no quiere cooperar?, ¿porque ya no vienen a la limpieza o al evangelismo? ¿porque no se reúnen a planificar? Porque un día lo hicieron y fueron ignorados o humillados y para no volver a pasar por una experiencia similar omiten el volver a participar. La gente es sensible y también lo somos nosotros, dígame si talvez después de un desaire con un ejecutivo, de la organización, tienes el deseo de volver a trabajar con él, por supuesto que no, pero lo hacemos por compromiso o por amor a la obra. Los pastores no somos diferentes a las ovejas, somos ovejas también. Debemos aprender a felicitar a las personas, como nos gustaría que nos felicitaran a nosotros, no solo por lo que hayamos hecho, sino por lo que intentamos hacer. Pablo nos enseña en II Tesalonicenses, que como pastores y ovejas, debemos: amonestar a los ociosos, alentar a los de poco ánimo, a sostener a los débiles y ser paciente con todos los hermanos.